El fanzine en la época de la variedad de soportes.

 
Nunca se acaba de aprender en lo que al arte se refiere. Siempre existen cosas nuevas por descubrir.
E.H Gombrich

Nos encontramos en una época donde la variedad de soportes está al alcance de la mano, y prácticamente de cualquiera. Pero a veces es necesario cuestionar la importancia del soporte físico en una autoedición, y determinar si realmente es importante éste soporte o no; sin pensar en la importancia como mera necesidad, sino estética. Yo no he llegado a una conclusión fehaciente sobre el tema, pero es algo que me atrae bastante, al igual que la edición y sus amplias variaciones de formatos y contenidos; pero lo que sí he concluido como realmente necesario (...), es que una edición debe transmitir y contener unos parámetros donde se pueda ver al autor volcándose sobre el soporte que haya elegido. Me refiero a un producto con mínimos argumentos de su propio discurso, y aún en esto se podría matizar, pues también cabrían dudas en ello: ¿existen estos parámetros, y de ser así, quién los dictamina? Sabemos que a niveles gráficos, gramáticos, incluso estéticos, existen parámetros establecidos, pero también teniendo claro esto, podríamos decir que el soporte está de más cuando el contenido es certero y atinado (otra vez hablemos de estética),  cuando es convincente y también sincero. Por ello se puede decir que el contenido en términos cualitativos, supera su forma cuantitativa, no en un grado de escalas numéricas, sino como producto, como residuo en cuanto a finalidad, que sería la publicación. Lo que quiero decir, es que en caso hipotético de que fuera físicamente posible prescindir de un soporte, y si el interior del fanzine fuera lo suficientemente bueno, entonces no sería necesario este soporte; y por el contrario, un buen soporte con malos contenidos, podría prescindir también de ellos en caso de que no fueran necesarios, y digo necesarios para quien opta por la estética gráfica.


Pero dejémonos de hipótesis.
Creí hasta hace poco tiempo, que hoy mismo lo que imperaba eran las evoluciones tecnológicas, pero cada vez pueden verse más ediciones (autoediciones) impresas en papel, lo que me lleva a pensar que el papel no muere y seguirá dando muestras de ello. Ahora bien, la evolución tecnológica también crece rápidamente, esto ha acarreado diferentes tipos de soportes que antes ni por asomo podíamos imaginar, así, la digitalización del objeto ha sido la base para la creación de nuevos soportes al alcance de quienes permanecen al tanto de estos avances; una muestra de ello podrían ser las webcomics, evolución enfocada a la creatividad en cuanto a la autoedición se refiere y a su difusión (daré como ejemplo esta de Molg H. y Jorge Parras, >:-( O.M.F.G.F.A.C.E.P.A.L.M.S.L.U.R.P, y también esta de Martín López Lam: Chemtrail. Y la de Ernest Graves: Diente Semana). Pero los soportes digitales no son la causa de que se deje de imprimir fanzines, simplemente es un medio más que se posiciona como tal, ayudando a la propagación informática de zines electrónicos. Sobra decir que el soporte, en estos casos tampoco es lo más importante y que algunas veces el medio —también aquí, aunque el soporte dictamine su vida—, carece de importancia si el contenido compensa al factor matérico, sea en digital o a la usanza impresa sobre papel. Aun así y sin ánimo de caer en controversias, habrá quien diga que no hay como tener el objeto físicamente sobre papel; el fanzine entre las manos, pieza en material palpable con la cual disfrutar de los gráficos, mientras se huele el aroma de sus páginas que desprende al avanzar leyendo; de este mismo modo también habrá quien abogue por lo digital como medio actual, como contemporáneo y por lo tanto necesario, incluso obligado. Opto por los dos, que para el caso me producen una gratitud hacia el autor, el que tiene inquietudes para continuar con esta labor personal que se convierte en socio-cultural.


Ahora bien, sea mirando una pantalla o leyendo sobre papel —léase variedad de soportes—, lo que nos lleva a las emociones, lo que nos traslada a la base de los mecanismos, más que nada es la forma, no matérica, sino de contenido, mismo que el autor ha utilizado a través de la historia como medio para expresar y señalar algo con sus técnicas, pudiendo ser éstas: cómic, ilustración, textos, fotografía, collage, vídeo; incluso performance (si fuese posible), etcétera. Y llegando a este punto, entonces deja de importar el cómo, y el qué se convierte en el tema ponderante, casi podría afirmarse entonces que el soporte es el plano secundario para la elaboración de una autoedición, siendo ésta, valor de estética en cuanto a la forma, mas no en escalafones cualificativos, sino, dicho antes, como residuo, un resultado del todo, que sería su identidad y no como partes separadas, pues separarlas sería dar un juicio de valor económico como materia y no como objeto unitario que emana pensamientos e ideas del autor.


Fanzines y webcomics conviven en el ambiente contemporáneo desde el inicio de la evolución tecnológica, funcionando como aliados para la autoedición, por lo que no pueden ser vistos como enemigos, sino más bien como medios con el mismo fin, que es el de crear una red donde la divulgación de autores que no pretenden caer en los sistemas de desarrollo mainstream (también los hay), utilizan la tecnología, que incluye a las redes sociales y sus sistemas de rápida transmisión.


 Es una maravilla que existan interesados en el tema de autoedición, y menos mal que aún hay esperanza en los soportes físicos; y también menos mal que siguen existiendo publicaciones independientes, personas y colectivos que se expresan, que apuestan por alimentar la cultura, una independiente cultura al final de cuentas, cómo si no.


Pero hablar de autoedición va más allá de este texto, se podría abordar desde muchas perspectivas, incluyendo técnicas o con carácter de contenido, pero esta vez me gustaría empezar así: con los soportes, aunque hablar de ello ya en sí sea una barbaridad por las limitaciones que tengo, pues no poseo miles de fanzines que me den un amplio margen de estudio por comparación, pero recomendaré algunas de las ediciones que en conjunto con el contenido tienen un amplio margen de calidad, una exquisitez que hay que ver. En esta lista pondría a Arròsnegre de Elías Taño, que continúa en la lucha con un amplio valor energético; El Temeriario #9 (Ediciones Valientes) que siempre se supera en cada número, y el DOTE DE POTO A TRES, (Martín López Lam) que de existir la postpoética, ahí un ejemplo exacto; al fanzine Usted de Esteban Hernández, del que sobran palabras, una delicatessen en todo el concepto; el Oink! The Comix (Fog comix) que basta con echar un vistazo para saber cómo funciona el autor, Diego Corbalán; los fanzines de Manuela Torres que son un gustazo, en especial Final feliz que aborda temas personales difíciles de mostrar para cualquiera; el Buendolor de Álvaro Nofuentes que evoluciona de forma y contenidos, que abarca varios estilos y es un disfrute de páginas; el Tengofiebrecreo que es indispensable y una locura, un Carlos Santonja y Ernest Graves que saben bordar el tema; La nova Cosmogonia de Clara-Iris Ramos, ricos gráficos y trabajos elegantes; el proyecto Sobre Vivir Del Arte de Alexander Ríos, que me ha dejado reflexionando sobre varias cuestiones del arte en mayúsculas y cómo vivirlo. Y no olvidemos también a Aristas Martines, esta potente «editorial independiente y fronteriza» que cuida hasta el último detalle en sus publicaciones. Ya escribiré sobre otros, con más tiempo para empaparme en sus temas.


Una época de soportes con variedad de direcciones para su edición: los hay digitales y en formato físico, como podemos ver; las ediciones pueden ser desde fotocopias hasta formatos sumamente cuidados o incluso piezas artísticas que transforman al fanzine en un objeto conceptual, situándolos como piezas fuera de contexto (recordar el Fin Kit), que están dentro del soporte mencionado.


Luego, tras estas letras, se podría decir que si situamos al formato como parte de un todo y no evaluamos las partes por separado: soporte, contenido, y dentro de este: textos, gráficos, edición; entonces tendremos un fanzine del que aprovecharemos en completo. Porque, siendo sinceros ¿quién no quiere disfrutar de un fanzine "bien editado", de "buena calidad" y con un contenido refrescante?


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